¿Qué se necesita para
que una nación subsista y prospere? Trabajos particulares y
funciones públicas. Todos los trabajos particulares pueden
clasificarse en cuatro clases:
1. En cuanto la tierra y
el agua, la materia prima de las necesidades humanas, la primera
clase en el orden de las ideas, será la de todas las familias
vinculadas a los trabajos del campo.
2. Desde la primera venta
de las materias hasta su consumo o uso, una nueva mano de obra, más
o menos numerosa, añade aquéllas un valor adicional más o menos
complejo. La industria humana alcanza de este modo a perfeccionar los
beneficios de la naturaleza, y el producto bruto dobla, decuplica y
aún centuplica su valor inicial. Tal es la segunda clase de
trabajo (sigue...)
3. Entre la producción y
el consumo, así como entre los diferentes grados de producción, se
establece una multitud de agentes intermedios, útiles tanto a los
productores como a los
consumidores; a saber:
los comerciantes y los negociantes. Los negociantes, quienes
comprando sin cesar las necesidades de los diferentes lugares y
momentos, especulan sobre el beneficio del almacenamiento y
transporte. Los comerciantes, quienes se encargan, a su vez, de la
venta, ora al por mayor, ora al por menor. Tal género de utilidad
caracteriza la tercera clase de trabajos.
4. Además de estas tres
clases de ciudadanos laboriosos y útiles, que se ocupan del objeto
propio al consumo y al uso, se precisan aún en la sociedad una
multitud de trabajos particulares y cuidados directamente útiles o
necesarios a la persona. Esta cuarta clase de trabajos abarca desde
las profesiones científicas y liberales más distinguidas, hasta los
servicios domésticos menos estimados. Tales son, pues, los trabajos
que sostienen la sociedad.
¿Sobre quien recaen?
Sobre el tercer estado. Resultaría superfluo analizarlas en detalle
para demostrar que el tercer estado integra los diecinueve vigésimos
de todas ellas, con la salvedad de que se haya encargado de las más
penosas y en general de todas aquellas que el orden privilegiado
rehusó desempeñar. Sólo los puestos lucrativos y honoríficos se
hallan ocupados por los miembros del orden privilegiado. Así, se
han usado establecer prohibiciones al tercer orden y se le ha dicho:
"Cualesquiera que fuera en tus servicios y tus talentos,
solamente podrás alcanzar determinado nivel, sin traspasarlos jamás.
No es bueno que se te honre." Si bien una tal exclusión no es
sino un crimen social y una auténtica hostilidad para con el tercer
estado, ¿podría al menos resultar de utilidad para la cosa pública?
¿Se ha reparado, por ende, en el hecho de que, al aceptar una
función cualquiera a un determinado orden de ciudadanos, debe
retribuirse no solamente al que trabaja, sino también a todos los
miembros de la casta que no están empleados, así como a sus
respectivas familias? ¿Se ha prestado atención al hecho de que
cuando el gobierno deviene patrimonio de una clase particular, se
incrementa los cargos fuera de toda mesura, creándose las plazas no
en atención a las necesidades de los gobernados, sino a las de los
gobernantes? La pretendida utilidad de un orden privilegiado para el
servicio público no constituye sino una quimera; sin su presencia en
los puestos superiores serían infinitamente mejor desempeñados;
estos puestos deberían ser, naturalmente, la recompensa de los
talentos y servicios reconocidos; y que, en fin, el hecho de que los
privilegiados hayan usurpado todos los puestos honoríficos y
lucrativos, constituye tanto una odiosa iniquidad para la generalidad
de los ciudadanos, cuanto una traición para la cosa pública.
¿Quién osaría, pues,
negar que el tercer estado no posee en sí mismo todo lo necesario
para formar una nación completa? Es como un hombre fuerte y robusto
que tiene, sin embargo, un brazo encadenado. Si se suprimiera el
orden privilegiado, la nación en nada menguaría, sino que se
acrecentaría. Así, pues, ¿qué es el tercer estado? Todo, pero un
todo aherrojado y oprimido. ¿Qué sería sin el orden privilegiado?
Todo, pero un todo libre y floreciente. Nada puede funcionar sin él;
sin embargo, todo iría infinitamente mejor, sin el privilegio.
Preguntas para trabajar el texto:
- ¿Quién es el Tercer Estado? ¿Qué aspectos negativos recaen sobre él?
- ¿Qué opinión tiene el autor de los privilegiados?
- ¿Qué debería hacerse, según el autor?
- ¿Qué opinión tienes tú sobre lo que plantea el autor?
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