La
palabra «católico», compuesta de las griegas kato
y holon significa
general, universal, total (lat. secundum
totum: San
Agustín). Ignacio de Antioquía fue el primero que usó la
palabra katholikos para
la Iglesia de Cristo (Carta
a los Esmirnotas 8, 2). Dice:
«Donde está Jesucristo, está la Iglesia católica.» (sigue...)
A.
Catolicidad externa: es abierta
Por
lo que se refiere a la catolicidad espacial, se opondría a ella una
comunidad religiosa que sólo importara a un ámbito racista,
cultural o político determinado, es decir, que estuviera vinculada a
fronteras nacionales o de otro tipo. La Iglesia de Cristo no está
vinculada ni a una nación ni a un sistema político, ni a una
determinada cultura. Está sobre todo, aunque vive en todo. No está
particularísticamente reducida, sino que trasciende todos los
límites geográficos, culturales y políticos. No se puede decir lo
mismo de otras formaciones religiosas. Están ordenadas a un
determinado pueblo o a un grado determinado de cultura y exigen al
hombre que no pertenece a ese pueblo o cultura la renuncia a lo que
es o posee, si quiere entrar en la religión en cuestión.
El
segundo elemento es el temporal. La Iglesia tiene la capacidad de
subsistir y sobrevivir a todos los tiempos frente a la ley de la
caducidad que lo domina todo, de regalar a todas las épocas la
gloria de Dios para formarlas y configurarlas desde dentro como una
levadura. Mientras que de todo lo demás hay que decir: «tiene su
época» y con ello se significa que llega y pasa y no puede tener
legítima existencia más allá de la época a ello asignada, de la
Iglesia hay que decir: siempre es su tiempo, y siempre busca
integrarse en la situación política, social, cultural, del momento
para, desde ahí, contribuir a la construcción de un futuro mejor.
B.
Catolicidad interna: contiene toda la verdad
Por
lo que se refiere a la catolicidad interna de la Iglesia, significa
la plenitud de la verdad revelada predicada por Cristo y de
los bienes de salvación por El regalados, así como el
desarrollo y total realización de la salvación en la vida regalada
por Cristo. La oposición a esta universalidad interna es la herejía,
en la cual se acepta no el todo, sino una parte del todo, así como
el cisma, en el que un individuo o grupos determinados se apartan de
la totalidad, para hacer su vida propia fuera de esa totalidad. En la
Antigüedad esta catolicidad interna fue elaborada por San Cirilo de
Jerusalén, que
vió
la catolicidad no sólo en la extensión espacial y temporal, sino en
la universalidad de la doctrina. Por esta catolicidad interna,
católica es, según él « el verdadero nombre de esta santa
Iglesia”.
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