domingo, 8 de septiembre de 2013

Herejías del catolicismo actual


José Ignacio González Faus, jesuita y profesor emérito de Teología en la Facultad de Barcelona, acaba de entregar a la imprenta ‘Herejías del catolicismo actual’, una obra en la que repasa los “desenfoques” que desfiguran el cristianismo. Entre ellos figuran la papolatría, el olvido de los pobres, el clericalismo o el arrinconamiento del Espíritu Santo. González Faus no pretende lanzar acusaciones o denuncias, sino indagar en la tradición cristiana y sus fuentes.
PREGUNTA; Dice usted que en el catolicismo actual los ricos ocupan una preeminencia indiscutible. ¿Cuándo abrazó la Iglesia esta herejía?
RESPUESTA: En la historia los cambios no aparecen de golpe y más si son inconscientes. En el siglo XIII el paso de una economía de trueque a comercial lleva a pensar que los ricos lo son por mérito propio. En el Renacimiento la admiración por la grandeza del hombre lleva a olvidar a los que no parecen tan humanos o tan grandes. En el XVIII, la idea pseudocalvinista de que la riqueza es señal de que Dios te predestina al cielo… El hecho es que, en el siglo XIX un obrero (Claude Corbon) escribe una carta al obispo Dupanloup: “preguntáis por qué el mundo obrero abandona a la Iglesia. Sois vosotros los que nos habéis abandonado a nosotros; pero antes no fue así….” (sigue...)
 
P: ¿Ha suscitado muchos ateos la figura de un dios cruel e implacable?
R: Según el Nuevo Testamento, Dios se ha revelado como Amor. Un dios cruel dará lugar a ateos o a hombres falsamente religiosos. Otra cosa es que el Dios Amor no es un ‘dios a la carta’ como ahora parecen buscar algunos. El amor es más exigente que la ley.
P: ¿Hablar más de la muerte de Jesús que de su vida responde a una mentalidad sadomasoquista?
R: La muerte de Jesús no vale por ser muerte ni por ser cruel sino por ser una vida entregada hasta la muerte. El cristianismo enseña que todo lo que vale cuesta (y nada cuesta tanto como el amor); pero no que todo lo que cuesta vale. Eso sería masoquismo.
P: ¿Qué tiene la curia romana para hacer prisioneros de ella a los papas?
R: Me decía un amigo que la curia puede compararse a un ordenador gigante y supercomplejo. Si un profano como yo, que sólo conoce un manejo elemental, se enfrenta con aquel mamotreto y no entiende de antivirus ni de programas ni de cartuchos ni de reparaciones… y el cuerpo de técnicos de informática no le ayuda, se sentirá perdido e impotente. Y el inconsciente curial es: los papas pasan, la curia permanece.
P: La eucaristía, el compartir el pan y el vino ¿debería parecerse más a la que celebraban Jesús y los apóstoles?
R: Hay que poner empeño en que se parezca lo más posible, sobre todo dado que comprensibles dificultades prácticas (de mucha más gente y locales más grandes) dificultan ese parecido. Muchos católicos piensan que la eucaristía es simplemente un acto de culto (y habrán de pensar también que Dios debe ser bastante aburrido si le agradan esos cultos). No vinculan la eucaristía con la cena de despedida del Señor (y celebrar una cena siempre es un acto de esperanza). Tampoco saben que en esa cena Jesús hizo unos gestos muy laicos y muy elementales (partir el pan y pasar la copa) que resumían lo que había sido toda su vida: compartir la necesidad y comunicar la alegría.
P: Cree que Juan Pablo II hablaba en serio cuando decía: “podría ser obligatorio enajenar esos bienes [los adornos superfluos de los templos y los objetos preciosos del culto] para dar pan vestido y casa a los que carecen de ello”?
R: Creo que sí lo dijo como obligatorio. Y además, san Agustín y otros Padres de la Iglesia lo habían hecho. En la primera predicación de la Iglesia se repite muchas veces: no tiene sentido vestir imágenes y adornar paredes de una supuesta “casa de Dios”, si luego te encuentras a Cristo presente en el hambriento, en el enfermo o en el inmigrante y no le haces caso.
P: Habla de la herejía del capitalismo. ¿La iglesia está en manos de los ricos?
R: Ya hace años Metz publicó un libro de título fundamental: ‘Más allá de la religión burguesa’. El capitalismo se asienta en el principio inconfesado de que la eficiencia (en la que tanto destaca) está por encima de la ética. Que, por tanto, el fin justifica los medios. En esto, su enseñanza es deletérea. Las críticas de Schweickhart o Eagleton me parecen decisivas. Cuando existían los países pseudosocialistas del Este, el miedo hizo que el capitalismo se moderara y se vistiera con piel de oveja. Al caer aquellos hemos vuelto a ver su verdadero rostro. No hay más que mirar el descenso impresionante de las masas salariales en los últimos veinte años.
P: ¿Cuál es la peor de las idolatráis que consiente la iglesia?
R: “No se puede servir a Dios y al dinero” (Jesús). “La codicia es idolatría” (Pablo). “La raíz de todos los males es la pasión por el dinero” (1ª a Timoteo). Estas tres frases que atraviesan el Nuevo Testamento me parece que responden suficientemente.
P: ¿Existe culto a la personalidad en la Iglesia cuando nunca se impugnan en vida los preceptos de un papa?
R: Las masas humanas necesitan ídolos a quien aclamar y tienden al culto a la personalidad. Sea Messi, Shakira, Chávez o quien sea. Nuestro peligro en la Iglesia es dejarnos mecer por esos defectos de la multitud. Nos falta aquello que Pedro y Pablo repiten en los Hechos de los Apóstoles: “¡no somos dioses! ¡Somos hombres como vosotros!”.
P: ¿Se ratifica en su idea de que, en España, la iglesia adolece de un clero analfabeto?
R: Ese artículo (‘Hacia un claro analfabeto’) lo escribí hace muchos años cuando aún era yo profesor. Ahora, jubilado, no puedo decir si se ha cumplido la profecía. Algún compañero más joven se queja de que los seminaristas no tienen interés por la teología: viven de un catecismo ‘de Cuenca’ y se atreven a acusar de herejía a los profesores. Yo puedo decir que, si es así, acabarán o perdiendo la fe, los más sinceros, o convirtiéndose en fundamentalistas intolerantes los de menos honestidad intelectual.
P: ¿Le inspira esperanza el papa Francisco? ¿Puede contribuir a la instauración de una iglesia de los pobres?
R: Hasta ahora mucha. Pero habrá que ver cuando toque pasar de gestos y palabras simbólicas a cambios de fondo. Las dificultades, y las resistencias, son enormes.


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